Nuestra pequeña historia

 

La Denia de hoy, implacable luz sobre la creatividad mediterránea y mimbada por el olor a especias coloniales. Después de patear las olas, encuentro un lugar privilegiado de la ciudad… la Plaza del Convent. Estoy ubicado y descansando en ella. El murmullo de esta Plaza, desorienta los sentidos del cuerpo sentado y se guarda un silencio respetuoso, que te traslada al siglo XVI, dónde se construye un convento de la orden franciscana en honor a San Antonio de Padua (Marzo de 1587). Cuatro años antes nace en Denia Fray Pedro Esteve: EL PARE PERE, personaje histórico y venerado por su vida caritativa y ejemplar. En esta Plaza se erigió una escultura a su figura.


El aire transmite esencia de pasas e higos secos, que ofrecen placeres a mis sentidos. Pueden suceder muchas cosas increíblemente buenas… y vuelvo a la realidad. Por y para eso, me encuentro en “BONANOTTE”, donde en su día hubieron patios de limoneros y hoy, cipreses gallardos con canales de agua.

Bonanotte nos regala un recorrido lleno de sabores y cultura


El paladar se regocija con sus suculentas comidas. Por el día, el secreto para sazonar ingredientes, la frescura y el modo artesanal, hace que sea sublime el comerse un plato bien servido. Y mientras tanto la Plaza no tarda en ataviarse, para ser LA MORADA DE LOS ELEGIDOS.


Se escancia el vino. Las copas que circulan por las mesas alumbran la armonía de la Plaza. El vino derramado es siempre PRESAGIO DE ALEGRIA. Y… llega la noche. Los rayos de luna se quiebran en los cipreses, mientras el surtidor de agua vuelve a abrir el placer de los sentidos. El globo de rubíes se derrite en los gaznates cómo vino puro y dorado.

Experiencia sensorial de altura

plaza del convento en denia